La explicación que casi nadie da, pero que todo el mundo debería conocer.
En los últimos meses se han repetido una y otra vez los mismos comentarios y la misma duda:
si una moto eléctrica acelera más que una 125, ¿por qué está homologada como 125?¿Por qué no se homologan como 300, 500 o lo que sea?
La respuesta corta es sencilla:
"la normativa actual no mide la “sensación de potencia”, sino un dato muy concreto: la potencia nominal continua."
La respuesta larga —y la realmente interesante— es otra:
"el sistema de homologación europeo está diseñado para motores de combustión, no eléctricos, y las motos eléctricas entregan la potencia de una forma tan distinta que la ley, hoy por hoy, aún no sabe bien cómo clasificarlas."
Vamos por partes.

1. El sistema actual mide potencia… como si todas las motos fueran de gasolina
En Europa, las motos se clasifican según su “potencia nominal continua”, y la categoría 125 (A1) fija ese límite en 11 kW. Durante años, este sistema tenía sentido porque todos los motores de moto funcionaban de manera similar: altas rpm, curvas de par planas, entrega progresiva y una potencia real muy cercana a la que figuraba en la homologación.
Pero la movilidad eléctrica llegó para romper ese esquema. Su forma de entregar potencia no se parece en nada a la de un motor de combustión, y esa diferencia ha generado un auténtico caos dentro de una normativa que todavía no sabe cómo encajarla.

2. Una eléctrica con 11 kW puede empujar como una de combustión de 25–30 CV
Los motores eléctricos tienen tres ventajas que cambian el juego:
A. Par instantáneo
A diferencia de una moto de combustión, que necesita subir de revoluciones para ofrecer su mejor respuesta, una eléctrica entrega todo su par desde 0 km/h. Ese carácter instantáneo cambia por completo el comportamiento en arrancadas y aceleraciones cortas. El resultado es claro: en ciudad, una moto eléctrica homologada como “125” puede salir con más contundencia que una 300 de combustión, simplemente porque tiene la fuerza disponible desde el primer giro de rueda.
B. Curva de potencia llena
Sin marchas que cambiar ni pérdidas de empuje entre transiciones, la aceleración de una moto eléctrica es estable, continua y sorprendentemente eficiente. Todo el movimiento fluye sin interrupciones, lo que se traduce en una respuesta inmediata y un rendimiento que muchos motores de combustión no pueden igualar.
C. Potencia pico muy superior a la nominal
Las motos eléctricas pueden entregar potencia adicional —la llamada potencia pico— durante intervalos cortos, y ese valor no se tiene en cuenta en la homologación. Por eso, aunque oficialmente estén limitadas a 11 kW nominales, su comportamiento real puede ser muy superior, especialmente en aceleraciones y momentos de demanda instantánea.
Aquí es donde aparece el desfase. El reglamento está pensado para medir la potencia sostenida de un motor térmico, no la forma en la que un motor eléctrico entrega el empuje. La normativa no refleja esa diferencia de funcionamiento, y eso provoca que muchas eléctricas “de 125” rindan muy por encima de lo que su categoría sugiere.

3. Entonces, ¿por qué no se crea una categoría nueva?
Buena pregunta.
La respuesta oficial es simple: modificar la normativa requiere años de consenso europeo.
La respuesta real:
- Europa va muy por detrás de la electrificación en dos ruedas.
- Las eléctricas son minoría, así que la ley no se ha actualizado todavía.
- Y mientras tanto… se quedan “encajadas” en la categoría 125.
Esta rigidez normativa provoca que motos eléctricas muy capaces acaben en la misma casilla que motos de combustión que no tienen nada que ver en aceleración ni en comportamiento.

4. ¿Eso es bueno o malo para el usuario?
- Lo bueno:
- Puedes conducir una moto eléctrica con prestaciones brutales con carnet B.
- Accedes a una aceleración superior a cualquier 125 de combustión.
- Sin pagar más seguros ni impuestos de categorías superiores.
- Lo malo:
- La gente se confunde: “¿Cómo va tan bien si es 125?”
- Algunos creen que hay “trampa”, cuando es simplemente otra tecnología.
En la práctica, la homologación funciona únicamente como un etiquetado legal que clasifica la moto dentro de un marco administrativo. Sin embargo, la experiencia real de conducción cuenta una historia completamente distinta, mucho más cercana al rendimiento del motor que a la etiqueta que aparece en la ficha técnica.
5. Velca y la homologación: lo que importa no es la cifra, es cómo se siente
En Velca siempre se ha defendido que una moto eléctrica no se mide por sus kW, sino por cómo responde en ciudad. La aceleración y la agilidad pesan más que la velocidad punta, y eso define la experiencia real de conducción urbana.
Por eso, nuestras motos están optimizadas para arrancar con decisión, incorporarse con seguridad y moverse con suavidad y control. Están pensadas para disfrutarse en el uso diario, no para impresionar en una ficha técnica.
Las normas dicen “125”. La experiencia dice otra cosa. Y quienes las conducen lo demuestran cada día.

Conclusión: la ley aún no habla eléctrico. Tú sí.
Hasta que Europa adapte la normativa a la realidad eléctrica, las motos eléctricas seguirán apareciendo dentro de la categoría 125, por mucho que su entrega de potencia cuente otra historia. Al final, lo relevante no es el número de una pegatina, sino cómo se conduce una moto, cómo responde y cómo es capaz de moverse en el día a día. Esa es la diferencia entre una moto que simplemente cumple y otra que realmente conquista.
Y lo cierto es que una Velca “125” no se siente como una 125 convencional. La experiencia es distinta, más viva y más directa. Quien quiera comprobarlo solo tiene que subirse y probarla.
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