Durante años, uno de los grandes mitos sobre las motos eléctricas ha sido que eran un “vehículo secundario”: un capricho para moverse por la ciudad, pero no una solución de movilidad real. Sin embargo, los últimos datos del sector lo desmienten con claridad: más del 60% de los compradores de motos eléctricas en España ya las utilizan como su vehículo principal, en el día a día.
Y esto cambia por completo la narrativa.
De “segunda moto” a transporte principal
Hasta hace poco, la moto eléctrica se percibía como un complemento al coche o a la moto de gasolina. Hoy ocurre lo contrario: cada vez más usuarios descubren que no necesitan otra moto ni otro vehículo para sus desplazamientos urbanos o metropolitanos.
Las razones son evidentes:
- Autonomía suficiente para la ciudad: la mayoría de trayectos diarios en España no superan los 30 km.
- Ahorro económico real: el coste por kilómetro es mínimo, y el mantenimiento es hasta un 80% más barato que en una moto de combustión.
- Acceso sin restricciones: las motos eléctricas tienen etiqueta CERO, lo que permite circular y aparcar en cualquier zona de la ciudad, incluso en episodios de alta contaminación.
- Comodidad de carga: modelos como la Calima S o la Tramontana S permiten cargar la batería en casa, como si fuese un móvil.
Un cambio de mentalidad en el mercado español
Este dato —más del 60% de uso diario— no es casualidad, sino la consecuencia de un cambio de percepción: la moto eléctrica ha pasado de ser vista como una “apuesta de futuro” a convertirse en una realidad práctica y rentable.
En ciudades como Madrid, Barcelona o Valencia, la moto eléctrica se ha convertido en la mejor alternativa al coche y al transporte público. La fiabilidad de las baterías y la creciente red de talleres autorizados consolidan aún más esa confianza.
La moto eléctrica como símbolo de independencia
Más allá de la tecnología, hay un aspecto emocional: una moto eléctrica no es solo movilidad, es libertad. Libertad de horarios, de atascos, de gasolina cara y de zonas restringidas.
Esa combinación de ahorro, practicidad y emoción es lo que ha llevado a que ya no se vean como “segundas motos”, sino como el vehículo de referencia para miles de españoles.
Conclusión
El mito se ha roto: las motos eléctricas en España ya no son un experimento ni un complemento, son una elección principal. Y los números lo avalan: más del 60% de quienes apuestan por ellas las utilizan cada día.
En Velca lo vivimos de cerca: nuestros clientes ya no hablan de tener “otra moto”, hablan de tener la moto que necesitan para todo.
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