El miedo al incendio en vehículos eléctricos: desmintiendo el mito con datos reales.

Vivimos rodeados de titulares alarmantes: “Tesla explota”, “coches eléctricos se incendian”, “baterías peligrosas”. Este tipo de afirmaciones generan un miedo irracional —y muchas veces irresponsable— sobre la seguridad de los vehículos eléctricos, incluyendo las motos. En Velca creemos que es clave poner luz sobre los datos reales. En este artículo explicamos por qué los vehículos eléctricos no son más propensos a incendiarse, cuáles son los riesgos reales, y cómo se están gestionando.

1. ¿Cuál es el origen del mito de que los vehículos eléctricos “explotan”?

Existe una percepción exagerada del riesgo de incendio en motos y vehículos eléctricos debido, en gran parte, al sensacionalismo mediático. Aunque las baterías de litio pueden sufrir un fenómeno conocido como thermal runaway, los medios suelen destacar únicamente los casos más espectaculares, lo que distorsiona la realidad. A esto se suma la poca familiaridad del público general con las baterías de alta tensión: al tratarse de una tecnología relativamente nueva, cualquier incidente genera más debate y atención que los problemas habituales en motores de combustión.

También influye la complejidad a la que se enfrentan los servicios de emergencia cuando se produce un incendio en una batería, no porque sean más frecuentes, sino porque su extinción requiere procedimientos distintos y, en ocasiones, más largos. Esta dificultad técnica contribuye a reforzar la idea de que los incendios son más peligrosos o más comunes, cuando en realidad la estadística sigue mostrando que los vehículos eléctricos arden con muchísima menos frecuencia que los de gasolina o diésel.


2. Datos reales: ¿Cómo de frecuente es un incendio en un vehículo eléctrico comparado con un vehículo de combustión?

Aquí viene lo importante: los estudios y estadísticas desmontan claramente la narrativa de peligro extremo.

Diversas fuentes coinciden en que los vehículos de combustión presentan una tasa de incendios muy superior a la de los eléctricos. Un análisis citaba alrededor de 1.530 incendios por cada 100.000 vehículos de gasolina o diésel vendidos, frente a solo 25 por cada 100.000 vehículos eléctricos. La organización británica Energy Saving Trust estima que la probabilidad de incendio en un vehículo eléctrico es de aproximadamente 0,0012 %, mientras que en uno de combustión ronda el 0,1 %. En Suecia, los datos oficiales refuerzan esta tendencia: en un parque de 611.000 vehículos eléctricos, solo se registraron 23 incendios en 2022, equivalente a un 0,004 %.

A nivel global, el International Council on Clean Transportation (ICCT) sitúa la tasa de incendios en vehículos eléctricos en torno a 1 por cada 100.000 unidades, una cifra extremadamente baja. La base de datos EV FireSafe, que recopila incidentes verificados desde 2010, también concluye que los incendios de baterías de tracción son excepcionales si se comparan con el tamaño creciente de la flota eléctrica mundial. En conjunto, estos datos muestran un patrón claro: los incendios en vehículos eléctricos son estadísticamente mucho menos frecuentes que en los de combustión.


3. Riesgos reales vs percepciones erróneas: por qué la narrativa del “riesgo explosivo” persiste

La percepción de que los vehículos eléctricos son más peligrosos suele estar influida por varios factores sociales y mediáticos. El primero es el sesgo de novedad: al ser una tecnología más reciente, cualquier incidente genera más atención que los problemas habituales en vehículos de combustión. A esto se suma la sensación exagerada de “explosión”, ya que muchas imágenes que circulan no muestran explosiones reales, sino fuegos controlados o simples sobrecalentamientos. La falta de conocimiento técnico sobre baterías, sistemas de gestión (BMS) o posibles fallos internos facilita que ciertos mitos se repitan y se consoliden.

Las redes sociales y los medios amplifican aún más esta percepción, ya que los vídeos de incendios tienden a hacerse virales, aunque en términos estadísticos sean casos excepcionales. Además, el hecho de que algunos cuerpos de bomberos reclamen formación específica o equipos adicionales refuerza la idea de peligrosidad, pese a que los datos muestran tasas de incendio muy bajas. En conjunto, estos elementos distorsionan la visión pública y hacen que los incidentes parezcan más frecuentes o graves de lo que realmente son.

5. ¿Qué significa esto para alguien que quiere comprarse una moto eléctrica?

Este análisis permite extraer conclusiones muy positivas para quienes valoran una moto eléctrica. La seguridad no es un motivo real para descartarlas: los datos muestran que el riesgo de incendio es mucho menor de lo que suele percibirse. Elegir una marca con baterías bien diseñadas y sistemas de gestión avanzados —como Velca— asegura un nivel de fiabilidad muy alto. Además, mantener un buen cuidado del vehículo, utilizar cargadores certificados y seguir prácticas recomendadas contribuye a maximizar la seguridad y prolongar la vida útil de la batería.

También resulta evidente que la narrativa alarmista que a veces rodea a los vehículos eléctricos no debe frenar la transición hacia una movilidad más limpia y eficiente. Entender los datos reales aporta confianza, desmonta miedos irracionales y ayuda a que cada vez más personas se acerquen a la movilidad eléctrica con información sólida y una perspectiva equilibrada.


Conclusión

El miedo a que las motos y vehículos eléctricos exploten o se incendien es más un mito que una realidad. Los datos de estudios internacionales muestran que los incendios en vehículos eléctricos son mucho menos frecuentes que en los de combustión, y las marcas están mejorando constantemente la seguridad de las baterías y los sistemas de gestión.

Si te preocupa la seguridad, la clave está en informarse y elegir marcas confiables, mantener buenas prácticas de carga y mantenimiento, y conocer los protocolos de seguridad. En definitiva, los vehículos eléctricos no sólo’ son sostenibles y eficientes, sino también seguros y confiables: el riesgo de incendio no es una razón para descartarlos.

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